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  Reflesiones Cristianas 17-05-2024 12:01 (UTC)
   
 

Es Posible

Cuenta una antigua leyenda, que en la Edad Media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer. En realidad, el verdadero autor era una persona muy influyente del reino, y por eso, desde el primer momento se procuró un "chivo expiatorio", para encubrir al culpable.

El hombre fue llevado a juicio ya conociendo que tendría escasas o nulas esperanzas de escapar al terrible veredicto: ¡La horca! El juez, también comprado , cuidó no obstante, de dar todo el aspecto de un juicio justo, por ello dijo al acusado: "Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor, vamos a dejar en manos de él tu destino: Vamos a escribir en dos papeles separados las palabras 'culpable' e 'inocente'.

CULPABLE INOCENTE
Tú escogerás y será la mano de Dios la que decida tu destino". Por supuesto, el mal funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda: 'CULPABLE'. Y la pobre víctima, aún sin conocer los detalles, se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa. No había escapatoria.

 

 

El juez ordenó al hombre tomar uno de los papeles doblados. Este respiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados, y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa , tomó uno de los papeles y llevándolo a su boca, lo tragó rápidamente.

Sorprendidos e indignados, los presentes le reprocharon... "pero, ¿qué hizo...?, ¿y ahora...? , ¿cómo vamos a saber el veredicto...?" "Es muy sencillo, respondió el hombre... es cuestión de leer el papel que queda, y sabremos lo que decía el que me tragué". Con un gran coraje disimulado, tuvieron que liberar al acusado y jamás volvieron a molestarlo...

Por más difícil que se nos presente una situación, nunca dejemos de buscar la salida, ni de luchar hasta el último momento. Muchas veces creemos que los problemas no tienen solución y nos resignamos a perder y no luchar, olvidando aquellas palabras que dicen: "Lo que es imposible para el ser humano, es posible para Dios" (Lucas 18:27).

Marcos 9:23
Jesús dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible

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La Puerta

En una tierra en guerra, había un rey que causaba espanto. Siempre que hacía prisioneros, no los mataba, los llevaba a una sala donde había un grupo de arqueros de un lado y una inmensa puerta de hierro del otro, sobre la cual se veían grabadas figuras de calaveras cubiertas de sangre. En esta sala el rey les hacía formar un círculo y les decía entonces... "Ustedes pueden elegir entre morir atravesados por las flechas de mis arqueros o pasar por esa puerta misteriosa".

 

Todos elegían ser muertos por los arqueros.

Al terminar la guerra, un soldado que por mucho tiempo sirvió al rey se dirigió al soberano y le dijo:

--"Señor, ¿puedo hacerle una pregunta?"

Y le responde el rey:

--"Dime soldado".

--"¿Qué había detrás de la horrorosa puerta?".

--"Ve y mira tú mismo", respondió el rey.

El soldado entonces, abrió temerosamente la puerta y, a medida que lo hacía, rayos de sol entraron y aclararon el ambiente... y, finalmente, descubrió sorprendido que la puerta se abrió sobre un camino que conducía a la libertad.

El soldado admirado sólo miro a su rey que le decía:

--"Yo daba a ellos la elección, pero preferían morir que ariesgasrse a abrir esta puerta".

¿Cuántas puertas dejamos de abrir por temor?.
¿Cuántas veces perdemos la libertad y morimos por dentro, solamente por sentir miedo de abrir la puerta de nuestros sueños o nuestras metas?

"Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre."

Juan 10:9
"Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos."
Apocalipsis 3:8

 



La Fé del carbonero

Cuentan que una vez el diablo se disfrazó de universitario y se puso a conversar con un carbonero español. Al preguntarle el diablo el contenido de su fe, el carbonero le respondió: «Yo creo todo lo que cree la Iglesia.» El tentador insistió: «¿Y qué es lo que cree la Iglesia?» Ante esto el buen cristiano, ni tonto ni perezoso, le contestó: «Ella cree todo lo que creo yo.» Con esa respuesta, comenta el filósofo Gonzalo Soto Posada, el carbonero dejó al diablo «con las patas lavadas». De allí el refrán que dice: «Busco la fe del carbonero.» 1

Hay quienes piensan que es imposible ejercer esa fe natural y firme de la gente sencilla, es decir, fe que no requiere pruebas ni argumentos. Lo que pasan por alto es que todos hacemos uso de la fe más elemental en nuestros quehaceres cotidianos, y ni nos damos cuenta. Por ejemplo, los choferes a menudo se ven obligados a conducir su vehículo guiados exclusivamente por uno o dos espejos. Lo hacen en algunos casos para dar marcha atrás, y en otros para unirse a la circulación de vehículos que van en la misma dirección. Debido a ciertos obstáculos, no pueden depender de su vista de modo directo, sino sólo de lo que les indica el espejo. En esas circunstancias, ponen toda su fe en la integridad del espejo. Y cuanto más se acostumbran a usarlo, tanto más confían en él. No es cuestión de que tengan o no tengan fe, sino de su disposición a usar la fe que Dios les ha dado.

No hay duda de que la fe en Dios funciona de la misma manera. En la Biblia se define esa fe como «la certeza de lo que no se ve». 2 Por eso es necesario confiar en la integridad de Dios, que no se ve, pero en quien vemos reflejada nuestra naturaleza como si fuera un espejo. ¿Acaso no hemos sido creados a imagen y semejanza suya? Cuanto más nos acostumbramos a mirarnos en ese Espejo Divino, tanto más confiamos en Él, que es íntegro por naturaleza.

San Pablo da por sentado que Dios nos ha dado a todos una medida de fe. 3 En vez de pensar que es imposible ejercer esa medida de fe, debemos más bien reconocer que lo que de veras es imposible es agradar a Dios sin fe, «ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan». 4 Más vale que busquemos la fe del carbonero. Sólo así podremos buscar a Dios y recibir la recompensa del perdón de pecados en la tierra y la vida eterna que lo acompaña.

 

EL ULTIMO CIGARRILLO

«Este es el último cigarrillo que fumo; después me acuesto.» Así dijo Billee Biehler, alemana de sesenta y un años de edad. En la mano tenía el cigarrillo, a su lado la botella de licor, y frente a ella el televisor. Su esposo, Wellman Biehler, de sesenta y cinco años, escuchó sus palabras desde su cama.

Pero Wellman no podía moverse. Estaba paralizado desde el cuello para abajo. Sólo escuchó a su esposa decir que tras ese último cigarrillo se acostaría. Pero la mujer se durmió en su silla. Se durmió con el sopor de la televisión, los vapores del licor y el entontamiento del cigarrillo. Y lo que ha ocurrido con demasiada frecuencia volvió a ocurrir. El cigarrillo prendió fuego a la alfombra, la alfombra a los muebles y finalmente a toda la casa.

Wellman murió, envuelto no sólo en las llamas de fuego sino también en las llamas del horror de su parálisis, y su esposa sobrevivió con graves quemaduras, sólo para contar el cuento. «Iba a ser mi último cigarrillo —declaró—; debido a mi edad, había decidido no fumar más.»

¡Cuántas veces no se repite en la vida este mismo drama! Billee Biehler había decidido, a los sesenta y un años de edad, dejar de fumar y dejar de beber. Su esposo, paralítico, merecía más atención. Pero con el último cigarrillo y el último trago, se adormeció su conciencia. Billee se quedó dormida, y el pequeño fuego del pitillo comenzó el incendio. Las llamas de aquel incendio devoraron no sólo toda la casa sino también la vida del inválido marido.

El diablo, riéndose a carcajadas, juega con las necedades de los seres humanos. ¡Cuántas veces el último trago, la última salida, el último baile, el último cigarrillo, la última dosis de droga, el último robo, el último negocio sucio, la última mentira o el último adulterio llegan a ser realmente el último! No porque así lo quiera Dios, sino porque todo quebrantamiento de las leyes físicas, morales y espirituales de esta vida trae consecuencias fatales.

Los vicios suelen agarrar como tenazas y prenderse a la voluntad humana como el abrojo se prende al vellón de las ovejas. ¿Qué es un vicio? Se ha definido como «cualquier deformidad que hace a una cosa, o persona, inapropiada para el uso a que está destinada». Y lo cierto es que cualquier desvío del camino correcto en la vida siempre, sin excepción, producirá amargas consecuencias.

¿Quién nos puede librar de esas aberraciones? Sólo Jesucristo. Sólo Él tiene el poder necesario para librarnos de todo vicio. Pero esa libertad sólo viene cuando nos entregamos de lleno a Él. Coronémoslo Rey de nuestra vida

 

EL AGUA DE LOS COCOS

Corría el año de 1878. El presidente de Guatemala, general Justo Rufino Barrios, había acordado reunirse con los jefes de la región oriental de Chiquimula para cambiar impresiones con ellos. Tan pronto como el presidente llegó y estableció su despacho campamento a orillas del río Tacó, la gente hospitalaria de Oriente le llevó un racimo de cocos. Hacía mucho calor porque era mediodía. El primer mandatario ordenó abrir los cocos, sacarles el agua y llenarlos con agua del río Tacó.

 

Poco después llegaron los jefes departamentales, jadeantes y sudorosos. El presidente mandó que a cada jefe se le sirviera uno de los cocos preparados. Al rato les preguntó cómo les habían gustado.

—Deliciosísimo, señor presidente. ¡Qué dulzura de agua! —respondió uno.

—Este lugar es especial para producir cocos con mucha agua y tan dulces como la miel —manifestó otro.

Al oír sus respuestas hipócritas, el presidente les dijo contrariado:

—Realmente es desconcertante para quien gobierna y desea de todo corazón el progreso de su pueblo, descubrir que sus dirigentes tienen miedo de decir la verdad. Ninguno de ustedes puede ignorar el hecho que el agua que acaban de beber de los cocos es del río Tacó y no de cualquier cocotero. Si no han podido ser veraces al hablar de una cosa tan simple como el sabor del agua de los cocos, ¿cómo van a serlo con los asuntos que tenemos que tratar esta tarde?

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Así como en esta anécdota los jefes políticos desconocían los verdaderos deseos de su primer mandatario, también muchos de nosotros desconocemos la voluntad de Dios, nuestro Jefe Supremo. No sabemos que a todos nos ha sometido a una prueba sencilla —la de decirle sí a la verdad—, y que nos toca a todos por igual optar por rechazar la verdad o aceptarla. La decisión es nuestra.

Poco antes de partir de esta tierra, Jesucristo, al ser interrogado, aclara que vino al mundo para dar testimonio de la verdad. Pilato le hace entonces la pregunta filosófica de los siglos: «¿Y qué es la verdad?» Pero no espera a que Jesús le responda, sino que se dispone de inmediato a complacer a los jefes judíos del siglo primero,

apóstol Tomás: «Yo soy ... la verdad.»

2 así como los jefes guatemaltecos del siglo diecinueve querían complacer a su primer mandatario.3 Pilato llegó a conocer a esa Verdad en persona porque la tuvo encarnada frente a él, pero no la reconoció como tal. En vez de aceptarla, mandó crucificarla. Tenía el poder humano para poner en libertad a Jesús, pero no comprendió que Jesús tenía el poder divino para liberaque una vez dijera: ««Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libresrlo a él. Así que optó por rechazar a aquella Verdad

 

CUANDO DIOS HABLA, NO DEJA DUDAS

Cuando Dios nos habla, no deja dudas que nadie pueda cambiar, ni loque Dios ha dicho, ni el propósito de Dios, ni el método de Dios, ni la persona. Dios habló con Moisés. Era tan claro, que los sucesos duros que iban a acontecer, iban a darle paz a Moisés, de que realmente Dios lo había elegido para librar a Su Pueblo.


¿Qué habrá pasado, cuando Dios le habló?. Quizás Moisés lo comentó con sus allegados o su familia, quizás ellos cuestionaron la elección de Dios. ¿Pensarían ellos porqué a Moisés?, él es tartamudo, nunca ejerció el liderazgo, es jóven todavía, hay otros con mejores capacidades. Moisés, quién te va a apoyar, no te metas, que lo hagan otros, vas a tener problemas, éste es un pueblo muy rebelde y cuando quieras corregirlos, vas a quedar mal con mucha gente.

Moisés no tienes los recursos, y cuantas cosas más le habrán dicho a Moisés. Pero La Voz fue clara…“Yo te he puesto”…y si El te colocó, nadie podré sacarte sin pagar las consecuencias, no le dá una descripción de trabajo, el único requisito es obediencia. Y luego la voz de Dios continúa… “Yo te he puesto…para mostrar en ti, Mi Poder”.


¿Escuchaste bien Moisés?… “Yo lo voy a mostrar”…tú no tienes que mostrar nada, yo lo voy a hacer. Cuantas veces aún en la vida cristiana, vivimos del mostrar, de la imagen, de la apariencia, olvidándonos que el que debe mostrar es El, pues El dice: “Voy a mostrar en tí Mi Poder”. Es Su Poder el que va a actuar, no el nuestro.


El lo va a hacer a Su manera, tal vez inexplicable para nosotros, pero El lo va a hacer. No pretendamos explicar lo que no entendemos. Sólo El puede hacerlo, pues el propósito es que “Su Nombre sea anunciado en toda la tierra”. ¡Qué privilegio, El nos eligió y nos ha puesto para mostrar en nosotros Su Poder, para que Su Nombre sea anunciado en toda la tierra!. ¡Gracias Señor por usarnos para tu Gloria!.


¡Señor ayúdame a ser obediente a tu deseo de usarme!

“Y a la verdad, yo te he puesto, para mostrar en tí, Mi Poder y para que Mi Nombre sea anunciado en toda la tierra” Exodo 9:16

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EL ARBOL CONFUNDIDO

Había una vez, algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos.

Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste. El pobre tenía un problema: “No sabía quién era.”

“Lo que te falta es concentración”, le decía el manzano, “si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. ¿Ve que fácil es?”

- No lo escuches, exigía el rosal. Es más sencillo tener rosas y “¿Ves que bellas son?”

Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado. Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó:

- No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra. Yo te daré la solución. No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas. Sé tu mismo, conócete, y para lograrlo, escucha tu voz interior. Y dicho esto, el búho desapareció.

- ¿Mi voz interior…? ¿Ser yo mismo…? ¿Conocerme…?, se preguntaba el árbol desesperado, cuándo de pronto, comprendió. Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole:

- Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje… Tienes una misión “Cúmplela”. Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado.

Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos.

Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.

Y tu… ¿dejas crecer el roble que hay en ti? En la vida, todos tienen un propósito que cumplir, un espacio que llenar.

No permitas que nada ni nadie te impida conocer y compartir la maravillosa esencia de tu ser.

Pero sobre todo recuerda, jamás podrás conocer el propósito de tu vida si no rindes tu corazón a aquel quién te creo. Conocer a Dios es encontrar el propósito de Dios para nuestra vida.

¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores, sino que en la ley del Señor está su deleite, y en su ley medita de día y de noche!

Será como árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera. Salmo 1:1-3

 

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VALORA EL TALENTO QUE DIOS TE DIO

Un carpintero tenía un hermano que era un músico famoso. Cuando su hermano vino de visita a la compañía constructora donde trabajaba, el capataz le dijo:

-Debe estar orgulloso de tener un hermano que el mundo entero conoce por su música.

Luego, sintiendo que quizá había menospreciado a su empleado, agregó con torpeza:

-Por supuesto, no todos en la familia pueden tener el mismo talento.

-Usted tiene razón. Mi hermano no sabe nada acerca de construir una casa. Tiene la suerte de poder contratar a otros para que le construyan la suya.

El músico afirmó y agregó:

-Tanto mi hermano como yo trabajamos con las manos. Yo sostengo un instrumento musical en las mías y él un martillo en las suyas.

No todos tenemos el llamado a transitar a través de la vida por los mismos caminos. Si así fuera, ¡no cabe duda que veríamos muy concurrido nuestro camino!

Booker T.Washington escribió en el libro Desde la Esclavitud: Hay tanta dignidad en labrar el campo como en escribir un poema. La dignidad reside en el corazón y en la actitud del hombre, no en la descripción de su trabajo.

Todo llamado es grande si se persigue tenazmente.

Prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Filipenses 3:14

 

Fuente: El libro devocionario de Dios para Hombres, Editorial Unilit



 
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